lunes, 23 de diciembre de 2013

El viejo ascensor – Por Francisco J. Piagentini



Elvia trabaja en una agencia de turismo. Es muy puntual y nunca falta. Le gusta oler el café que hace en la mañana. Sus compañeros de trabajo suelen verla de movimientos lentos, casi como si se moviera en cámara lenta pero acuerdan que es agraciada. Pelo largo, rubio no natural.
Es muy meticulosa para elegir las verduras y frutas en el supermercado. Siempre las inspecciona de manera ocular con detenimiento, las toca para sentir su textura y las huele, lentamente, con un profundo suspiro que infla sus pulmones mientras cierra sus ojos y las acerca a su arqueada nariz, actividad que le toma siempre un buen tiempo. Probablemente sea el motivo por el cual dejo de ir a la verdulería de la esquina.
Usa siempre guantes de limpieza cuando lava los platos y el resto de la casa. Todos los sábados a la mañana limpia, como un ritual, su departamento en el quinto piso desde muy temprano.
Elvia ama la nieve pero vive en un lugar donde jamás nieva.
Otra particularidad es que tiene una firma grande y compleja, ocupa mucho espacio al firmar. Esto incomoda mucho a los carteros cuando le entregan la correspondencia  ya que no deja espacio para las otras personas.
Va a clases de francés una vez por semana y espera algún día ponerlo en práctica.
Vive sola por elección, pero no se sabe si de ella o de los hombres que la conocieron.
Aquella mañana como todas las mañana había salido a correr una vuelta al parque antes de ir a trabajar, con su inmaculada musculosa blanca y pantalones deportivos. Al entrar al pasillo saludó al portero que siempre está en la puerta a esa hora y se dirigió al ascensor:
Tulio ¿sabe porque no baja el ascensor? – mientras presionaba repetidas veces el botón.
A ver señora Elvia espéreme un momentito –cerro la puerta de calle mientras caminaba hacia ella – a ver déjeme probar – vuelve a tocar con más fuerza el botón del ascensor – parece que está en el quinto – mirando a través de la abertura de la puerta de hierro.
Tulio es encargado del edificio. Disfruta saludar y conocer a medio barrio. Tiene algo de acento que delata ser del interior del país, pero no se sabe bien de que parte. Tulio fantasea en silencio con aventuras, escapes, con ser un agente secreto. Fantasías que mantiene desde su infancia y nadie conoce. Ama las películas de James Bond. Suele tratar de imitar a Roger Moore, su James Bond favorito, frente al espejo con una toalla en su cintura mientras juega con su prolijo bigote cada vez que esta por entrar a la ducha.
Tulio tiene la certeza de que en algún momento alguien escribirá su biografía.
Le gusta el olor del limón de los productos de limpieza que utiliza, suelen recordarle a un limonero que había en el patio trasero de su casa de la infancia. Odia el olor de las tortas caseras y hasta a veces se pregunta porque odiaba tanto ese aroma, sin encontrar respuestas.
Tulio es fanático de Atlanta, equipo de fútbol del barrio. Otro dato que pueda tener importancia es que Tulio tiene fobia a los ascensores y a todo lugar cerrado, pero nadie lo sabe y se ocupa de que así se mantenga  a pesar de vivir en el séptimo piso desde hace más de diez años.
Luego de rascarse la cabeza por unos instantes y viendo que la señora Elvia no se movía de su lugar Tulio suspiró y dijo – Ya se lo bajo.
A estas alturas Elvia se estaba poniendo nerviosa porque estaba demorando más de lo acostumbrado y no quería romper con su marca de cero ausentismo. Que dirían sus compañeros se le repetía en su cabeza mientras que su corazón no paraba de bombear sangre a todo el cuerpo. Se le cruzó por primera vez usar las escaleras, Elvia nunca usaba las escaleras, pero ese pensamiento fue interrumpido al escuchar como se golpeaban las puertas del ascensor.
Tulio – elevó la voz Elvia lo suficiente para que sea audible pero sin gritar – ¡Sigue sin bajar! Por favor pruebe desde adentro.
Se volvió a escuchar las puertas tijeras que rechinaban y luego de unos segundos, que para Elvia parecieron una eternidad, bajó Tulio con el ascensor. Pero, en el recorrido de bajada hizo una imprevista escala en el tercer piso, donde subió Demian.
Demian hace publicidades web. De aspecto juvenil, vive sólo. Su actividad preferida es ver las nubes en el cielo a la hora de la siesta a través de una pequeña ventana que tiene en la cocina del departamento que alquila en el tercer piso. Si alguien alguna vez le preguntara donde le gustaría vivir el contestaría que su lugar es en una publicidad de perfumes.
Pasa horas en Facebook y tweeter pero no las usa como redes sociales sino como biblioteca o agenda de anotaciones de aforismos. Suele guardar notas periodísticas de diarios y revistas culturales para algún futuro que nunca llega. No publica para compartir pero se alegra si recibe “me gusta” de sus conocidos. Demian es de esas personas que nunca saltea las publicidades de youtube, las ve completa buscando algo que no sabe que es.
A Demian le encanta el electro swing  y lo baila secretamente en su casa.
Antes vivía con sus padres con quienes no tiene una buena relación. Su madre nunca lo entendía en sus gustos y hoy en día tienen poco dialogo, ella nunca apoyó su carrera. Su padre siempre fue un hombre muy callado, sabía muy poco de él y daba la sensación de haber tenido una infancia muy dura.
Ve dibujos animados a diario.
Hete aquí que Elvia estaba tan apurada que al llegar el ascensor a la planta baja, sin dar tiempo a que bajen sus ocupantes subió sin miramientos y presionó el quinto con premura, cegada por sus cíclicas reflexiones. Demian sonrió sin recibir contestación a esta vecina que tenía de vista. Tulio ahogó comentario, amagó a decir algo pero no quería contrariar a la señora Elvia, pensaba para sus adentros que solo serían unos minutos más. Tulio recordaba que ya había viajado en aquel viejo ascensor en dos oportunidades, obligadamente, y había logrado sobrevivir cada una de esas veces
Cuando iban por el segundo piso, Elvia respiro y notó por primera vez los dos polizontes que la acompañaban pero no emitió comentario. Cuando el viejo ascensor llego al cuarto ocurrió lo primero que estaba previsto. Frenó.
Al principio los tres viajeros cruzaron breves miradas algo sorprendidos sin emitir palabra. Elvia abrió los ojos muy grandes, lo más grande que abrió sus ojos en su vida y comenzó a tocar todos los botones cada vez con mayor fuerza una y otra vez, pero el viejo ascensor no se movía. Los dedos de Elvia se ponían cada vez más morados de tanto presionarlos cuando Demian señaló lo obvio:
Parece no funcionar
¡Pero que desatino! Justo hoy tenía que pasar no lo puedo creer – ya dándose por vencido de su lucha contra los botones Elvia empezó a mover con fuerza las puertas que estaban entre los pisos cuarto y quinto – ¡Voy a llegar tarde a mi trabajo no lo puedo creer! Me van a echar por culpa de este ascensor, que desprolijidad –dijo con vehemencia.
Probemos la alarma – señalando el botón rojo.
No funciona – habló Tulio por primera vez desde el rincón. Sus sobresalientes cachetes estaban tornando hacia un cálido morado.
Señor Tulio ¿Se encuentra usted bien? – Demian preguntaba señalándole una de las gotas del rostro de Tulio.
Estoy un poco incómodo, como que falta el jairecito ¿no? – ya las manchas de sudor se destacaban en la camisa gris.
Pasaron algunos minutos de silencio hasta que Elvia empezó a hacer algo que hacía muchos años que no hacia: gritar, gritar por ayuda, pero era inútil. Eran los últimos inquilinos del edificio desde que los desalojos habían comenzado. Esta información la manejaba Tulio pero no estaba en condiciones de compartirla.
¿Alguien tiene el celular encima? – preguntó Demian que se sentía en una situación cada vez más incómoda por los compañeros de ascensor que le tocaron – yo salí a comprar facturas sin él.
Yo vengo de correr querido –dijo algo molesta, ojeándolo sobre el hombro.
Mi celular – volvió a tomar otra bocanada de aire con seria dificultad – no lo llevo cuando trabajo.
¡Pero Tulio a usted le parece! Es su responsabilidad en caso de emergencias tiene que tener su celular encima en todo momento, voy a presentar una queja ante el consorcio – Elvia prosiguió con el reto pero ya Tulio, que cada vez le parecía el ascensor más pequeño, no podía escucharla – Encima no anda la alarma y usted no hizo nada para arreglarla…
Demian meditó y practicó en su cabeza varias veces lo que iba a decir, palabra por palabra mientras Elvia continuaba con el reto. Estaba algo molestó con ella por ser la culpable de que él este en aquella situación. Se animó: – Señora por favor tranquilícese, así no vamos a solucionar nada – Elvia le clavó una mirada de furiosa potencia mientras callaba, Demian en tono mucho más bajo prosiguió – mire como esta Tulio, me parece que no se siente bien.
Tulio no escuchaba, miraba fijamente el piso y trataba de distraerse viendo las gotas de sudor  como decoraba el piso de madera gastada, formando raros dibujos. Sonreía, le pareció ver la forma de un limón – Me gusta el limón – dijo como contestación. Elvia y Demian se miraron a los ojos, levantando ambos las cejas muy arriba.
Por segunda vez, Elvia hizo otra cosa que no hacía desde un tiempo, se fijó en otra persona. Hacía años que no pensaba en alguien más que en ella, no se dio cuenta igualmente que lo estaba haciendo:
Tulio, no tiene usted buen aspecto ¿Qué le pasa?
¿Quiere tomar asiento? – Demian agregó con inmediatez.
Tulio captó la última parte con esfuerzo y decidió sentarse lentamente. Decidió sentarse, se repetía en su cabeza, tal vez en el piso haya más aire.
Pero qué barbaridad, se viene a descomponer ahora. Igual no lo reto más Tulio discúlpeme, esta situación me saco de mis casillas – Mientras Elvia se sentaba a su lado y le sostenía la mano. Elvia estaba algo cansada de correr. Olvidó por un rato su trabajo y sus cosas para tratar de ayudar a Tulio.
Supongo que alguien ya aparecerá – Dijo Demian mientras se sentaba y compartía su tímida sonrisa a los otros. Demian ya no estaba enojado con Elvia por estar en esa situación, los minutos que ya compartían lo ayudaron a entenderla.  Le recordaba a su madre.
Una vez – dijo Tulio luego de unos silencios– mi padre, que era un hombre muy respetado, panadero del pueblo donde nací, me encerró como castigo en el sótano del negocio toda una noche. No recuerdo que hice pero si el miedo que pasé. Mucho miedo que no puedo olvidar. Mi padre era de pegarme mucho cuando era chiquito – parecía que Tulio se había ido a un lugar muy lejano de su memoria, estaba a muchos kilómetros de distancia – Todo estaba muy oscuro en ese sótano y sólo me había dejado una velita – unas lágrimas sin permiso comenzaron a ocupar sus ojos, parecía que Tulio se esforzaba para que no escaparan – pero esto es lo más curioso – tragó saliva mientras se acomodaba más derecho – hasta hoy, el miedo era lo único que recordaba –sonrió, aún con las lágrimas acomodándose en sus ojos – pero ahora acabo de recordar que mi mamá a la mañana siguiente me rescató. Estaba con un vestido blanco, largo y una bolsa de frescos limones que perfumaron todo el lugar acompañando la luz de la mañana – se permitió parpadear Tulio y finalmente esas lágrimas pudieron recorrer libres sus sobresalientes cachetes - Nunca más vi a mi padre,  nunca más me pegó. Nos mudamos a la Capital esa misma mañana.
Elvia lloraba también, se había conmovido profundamente con ese relato. Hacía diez años que lo conocía y no podía creer que nunca se había detenido a hablar con él ni una sola vez.
Demian no paraba de sonreír alegre, era un momento reconfortante, sentía una paz que nunca había sentido y estaba agradecido por haber escuchado a su portero con el cual solo compartían saludos educados. De alguna manera, esto le hacía comprenderse más a sí mismo.
Lo segundo que estaba previsto ocurrió en ese instante. El viejo ascensor hizo un último viaje hasta la planta baja con la particularidad de que nadie logró salir del mismo.

lunes, 9 de diciembre de 2013

(ruido metálico seco)…Bien…ejem… ¿Esta el magnetófono funcionando?...



(ruido metálico seco)…Bien…ejem… ¿Esta el magnetófono funcionando?... perfecto acá me hacen señas… (ruidos indistinguibles)… bien… mi nombre es Rodolfo Verdrängung presidente de la ANTMRA,  “Asociación Nacional de Teólogos Místicos de la República Argentina”, siendo casi las nueve horas de esta calurosa mañana del dos de noviembre del año del Libertador General San Martín, damos por iniciado el ¡Primer Congreso Internacional de Teología Mística! …(estática)… Gracias por los aplausos, somos pocos pero que fuerte se siente. Antes de continuar quiero agradecer a mi amigo de toda la vida y Decano de esta Universidad, Doctor Jorge Verneinung, por prestarnos el auditorio “Pío XII”, recientemente llamado así por nuestro actual Papa, y darnos su continuo apoyo en esta nueva ciencia que estamos tratando de hacer despegar…(estática otra vez)…y otro agradecimiento especial al señor Wili Studer, gran colaborador de la asociación, por traernos de Suiza este aparatito para poder grabar este día histórico para nuestros hijos y nietos …(más estática, es audible un aplauso moderadamente prolongado)… a pesar de la resistencia de ciertos grupos afines a la iglesia católica acá estamos... (silencio incomodo de unos pocos segundos)… Proseguimos entonces ahora que terminamos con la cuestiones protocolares al asunto que aquí nos compete. Señores, aunque veo muchas caras conocidas permítanme contar un poco la historia de la teología mística y nuestra asociación. Llamada pseudociencia por algunos indoctos y aun no siendo aceptada en los claustros académicos, y quiero poner mayúscula en “aun”, esta ciencia como bien debe llamarse, tiene dos raíces, uno es a partir del descubrimiento de los evangelios apócrifos a fines del siglo XIX y principio de este siglo y el segundo es el rigor de la lectura de los mismos por Otto von Verwerfung, erudito autodidacta cuyo paradero se desconoce desde hace décadas pero tenemos y estudiamos sus manuscritos recuperados por su hijo, Otto von Verwerfung II, actual presidente de la “International Association of Mystical Theology”. Quiero aprovechar para aclarar que han circulado infamias sobre nuestro querido líder que sólo pueden provenir de canallas. El señor Otto von Verwerfung II nos notificó con anticipación que estaría tomando un año sabático, eso no quiere decir que este prófugo de la ley… (estática, parece que alguien pregunta algo enojado)… mire yo sé que paso como tres años del anuncio pero eso no significa nada (se escucha entre la estática un portazo, luego de unos segundos continua) Nuestra organización sigue funcionando, no para de crecer, tiene ya cuatro años de vida y veinte socios activos en todo el país …(estática, se escuchan pasos que van y vienen, se aclara la garganta)… diecinueve socios más presentes que nunca. Lo que nos diferencia de las otras ciencias, erradas por su ausencia de cientificidad, es el descubrimiento más importante tal vez de la historia de la humanidad, el descubrimiento de la altura de Jesús, que es de lo que vengo a hablarles ahora:
(Nota del desgrabador: se ha perdido una parte de la cinta debido a las malas condiciones de la misma, se transcribe lo recuperado)
…(estática)… entonces lo que muchos teólogos creían era un metro coma setenta, se equivocaban en la coma, Jesús, hijo de Dios no puede tener comas, con lo cual eran diecisiete centímetros… (extracto perdido)…. si respondiendo a tu pregunta, es probable que el relato de Pulgarcito provenga de hechos reales… (otro pedazo que falta)…. no, no creo que los enanos sean descendientes directos …(más contenido irrecuperable)… puede ser que Disney supiera algo cuando hizo a siete enanitos y no seis que bien sabemos es el número de  …(más estática, una hora aproximadamente igual)… así la teología mística viene a cambiar el modo de ver el mundo. Los arqueólogos siempre han estado convencidos por años de que el Santo Grial tiene las dimensiones de una copa de madera de suficiente tamaño como para ser manejada por una mano humana convencional. Cometen el error de no tomar en cuenta lo que los teólogos místicos sabemos muy bien de buena fuente, que es que Jesús en realidad era una persona muy pequeña y que su copa seguramente no debe haber superado los dos o tres centímetros de alto, por ese motivo aún no se encuentra… (se llega a captar una muchedumbre a lo lejos, ruidos de pasos)… No se preocupen amigos, las puertas están blindadas, no a todos aún les ha llegado (mientras habla de fondo hay cánticos eclesiásticos) las sabias palabras de  Verwerfung …(estática)… como pueden ver por este ventanal que da al Río de la Plata, la cruz de estos herejes tiene un Jesús en tamaño humano normal …(estática, se escucha un vidrio que se rompe, las voces de fondo se vuelven más fuertes, difícil distinguir que dicen parece que se escucha “¡peronistas!” o “¡comunistas!”)… Doctor Verneinung por favor, no podemos hacer de cuenta que acá no pasa nada, que alguien contacte a las fuerzas de la ley para reprimir a este grupo de imberbes…aunque el viento que entra ahora está lindo… (más estática, golpes, ruidos indistinguibles, pasos)… Bien…bien… (estática)… me informan que vamos a desalojar el auditorio, le pido a los cinco caballeros aquí presentes acompañen al señor de seguridad y damos por terminado el primer día del Congreso, muchas gracias (fin de la cinta).

Desgrabaciones del Primer Congreso Internacional de Teología Mística finalizado 09/01/1990